Entré en la salita de espera y todo parecía normal.
Me senté y eché una ojeada a las revistas que había en la mesa.
Aquello era increíble, no había ni una sola revista de Pronto, Hola, Semana, Lecturas o Diez Minutos. Ni una sola revista del corazón. Más tarde pensé: Qué larga se les debe hacer la espera a las marujas de siempre.
Entre las revistas de la mesa se encontraban el Muy interesante, El Mueble, una de Coches, una de Salud… Revistas dirigidas a las minorías. ¡Vaya solo faltaba la Heavy Rock!
Si mirabas hacia la pared, solo había cuadros de micología.
Llegó mi turno. Y nada más entrar me di cuenta de que aquel hombre era un hombre muy sabio, era un hombre especial. Me dio la mano al entrar. Tenía las manos enormes sí.
Me preguntó qué estaba estudiando, a lo que añadió que era una carrera muy importante, manejaría las opiniones del mundo, movería culturas…
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En vez de dormirme como me dijeron, sentí un escozor inexplicable en el estómago.
Todo es psicológico. Después de intentarlo una y otra vez no te crees nada y te acabas durmiendo.
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Mira, no me des más esperanza, ya sé que todo son mentiras.
Ahora siento un enorme arrepentimiento que me invade por dentro. Debería de haber querido lo que no he sabido querer.
Ya no queda nada entre tú y yo, ya no queda nada entre los dos.
Habrá que pensar que todo es mentira y continuar como siempre.
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